Del acíbar al
consentimiento,
De la astucia
perdida por el constante conocimiento,
Del todos los
días lo mismo.
Que un
silencio suele estar demás en las noches que no me extraño,
Obligando a
modificar el resultado de las otras direcciones,
De mis besos
definitivos,
Al saludo
obsesivo que logra el tiempo cuando quiere que ya seas parte de un recuerdo.
Entonces,
Hacia todos
los lados,
Lo nuevo es
exagerado,
Y lógicamente
esto produce una sorpresa,
Un
presentimiento cercano que mañana será idéntico a lo no perdido,
Y una suave
respuesta que solo la costumbre podrá contestar con criterio,
A tan
determinante cariño…
Es que en el
aire solo sobran elementos que pertenecen a lo que nunca fue olvidado,
El ADN
demencial de una provocación carnal y el verbo de la sangre,
Afinando en
la frecuencia mental que el amor reluce cuando el cuerpo reproduce su
elegancia;
De su estado
neural en plena quietud,
Dentro de un
supuesto pensamiento,
Hacia la
distancia de la soledad;
El sol del
silencio.
En si todavía
no explico mis condolencias,
Pues la otra
noche se me ha caído otro pensamiento desde el armario,
Y sucedió
estar solo yo para recoger su inevitable esperanza echa piso,
Tan demás,
Como esas
noches en la que uno extraña al silencio,
Y termina
recordando,
Que todo esto
sigue siendo igual,
Que los
mismos días de siempre…