martes, 1 de octubre de 2013

Despacio en el verbo.


Es que he hablado tanto contigo,
Que no recuerdo saber mi nombre.
El asunto no es que me pierda,
Sino que esto,
Es un estilo más,
Como en todos esos números que marcan del tiempo,
Una forma de no olvidar,
Despacio,
Sus agujas y las venas,
Que costuran la repetición,
En el modo del silencio.

Así es que,
Solo me gusta tu voz,
Esa que por suerte es poca,
En la que hoy,
Como en todas las cosas que tengo ganas,
Modifican la sensación esa,
Que es callada.

Algo así,
Como un verbo,
Y encima viejo,
Calcinado por el agua de las lágrimas,
Y el corazón descalzo desde temprano,
Al contacto eléctrico;
De romper la memoria con el cuerpo,
En la edad donde la decencia,
Cuestiona histericamente la repetición del sexo,
Hasta olvidarse de los nombres,

Del ejemplo de tus labios,
Y de todo lo otro,
Que son argumentos.

La imaginación en si,
No es de nadie,
A no ser que seas parte de lo que no habla,
En la mente,
Quien deja suficiente espacio en el verbo,
Para pensar una vez más,
Algo de menos.
Pues es el segundo estado de la memoria,
En donde guardamos el silencio,
Y el mismo modo de aceptación,
Porque el tiempo habla mejor que nosotros,
Cuando uno esta cerca,
De lo que siempre quiere lejos.




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