martes, 4 de diciembre de 2012

Tela de sangre.





Reproches inconcientes hasta lograr estar de acuerdo con uno mismo,
Y lo frágil que es perdonarse de todo eso…
Entonces de tanta experiencia exprimida parece inconsolable la soledad de los actos,
Un momento de todos esos en donde la responsabilidad se dibuja cayéndose,
Como la sangre de un segundo perdido en el tiempo…

Pulsos parecidos a la vida misma,
En esa tela de sangre que brillante de tantas lágrimas,
Sostiene hasta dicho dolor prendido fuego,
Y que ya ni cicatrizantes necesita su tiempo,
Por tanta gente que perdida allí lastima su hermosura,
Con el humor del aburrimiento.  

Es el paso del sexo sobre lo cautivamente del pensamiento,
Hasta ser conciente de todos eso reproches y finalmente olvidarse de uno mismo.
Entonces la memoria empieza a comprender lo ejecutante de la sabiduría,
Solo hasta que sonrías despacio serás un argumento de la experiencia,
Y luego testigo de toda esa sangre encontrada en el tiempo.

Pulsos parecidos a la arteria del conocimiento,
Y la historia del amor suplicando ser correspondida.
Un cuerpo más pidiendo justicia por lo insoportable que es estar perdido.
Y no hay duda de cómo evolucionan nuestros temperamentos así,
Es que al compás de esa lagrima de sangre y hueso que somos, 
Incorporamos un sentido especial en el pensamiento,
Y luego cuando ya nos aburre demasiado,
Determinamos simplemente  hacerlo silencio…
                                                                  y así,
                                                                        sucesivamente…


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